jueves, 25 de agosto de 2011

DISCURSO DE LA DIPUTADA RITA GUADALUPE BALBOA CUESTA EN LA CEREMONIA OFICIAL DE ENTREGA DE LA MEDALLA “ROSARIO CASTELLANOS” A BEATRIZ PAREDES RANGEL POR LA LXIV LEGISLATURA DEL H. CONGRESO DEL ESTADO DE CHIAPAS.

                     Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 25 de agosto de 2011




Con su permiso, diputado presidente:

Compañeras y compañeros diputados de la LXIV
Legislatura del Congreso del Estado de Chiapas.

Distinguido señor gobernador del estado Juan Sabines Guerrero. 

Magistrado Juan Gabriel Coutiño.

Respetada licenciada Beatriz Paredes Rangel.

Distinguidos senadores de la República, diputados federales, exgobernadores de Chiapas y  autoridades locales.

Amigas y amigos todos.

Es para mí un privilegio estar en este recinto para atestiguar la entrega de un reconocimiento muy especial.




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Tengo el gran honor de dirigirme a ustedes en este día en que la Cámara de Diputados de Chiapas entrega la Medalla que lleva el nombre de “Rosario Castellanos”, una mujer que hizo historia y dejó huella en su tiempo, a una de sus discípulas, igual de grande en nuestro tiempo, Beatriz Paredes Rangel.

Conocí a Beatriz Paredes en La Habana, Cuba, en 1993, año turbulento y difícil en la isla por la grave crisis económica que atravesaba tras la desaparición del bloque socialista.

Eran días de incertidumbre en La Habana, que desde luego abarcaba a las sedes diplomáticas acreditadas en Cuba, entre ellas la mexicana.

Fue ahí en donde palpé y comprobé su temple para realizar su trabajo como embajadora, para servir a la patria. No puedo ocultar que me impactaron sus decisiones en momentos que fuerzas contrarias al gobierno cubano intentaban afectar las relaciones entre Cuba y México.

Contra viento y marea, nuestra mujer en La Habana, Beatriz Paredes, logró que las dos naciones, la de Benito Juárez y la de José Martí, mantuvieran juntas sus banderas a toda asta.

Unos veinte años antes otra gran mujer trabajaba para la patria. Nuestra querida Rosario Castellanos murió siendo embajadora de Israel el 27 de mayo de 1974. Había asumido el cargo como representante diplomática de nuestra nación en el Estado sionista de Israel.




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Rosario Castellanos había sido nombrada embajadora en 1971, pero el 7 de agosto de 1974 murió en Tel-Aviv fulminada por una lámpara eléctrica en su residencia diplomática en el distrito de Hetzliya.

Nos reúne aquí una gran mujer. Hoy nos convocó una de las mejores escritoras mexicanas y latinoamericanas; este día estamos aquí por una extraordinaria chiapaneca.

Nuestra Rosario es la poeta y escritora con mayor trascendencia en la literatura mexicana, latinoamericana y del mundo.

Diría que es la mexicana más universal que trascendió los silencios femeninos con su fina escritura.

Las letras de Rosario Castellanos, más que mostrarnos una novela, un ensayo, un artículo o una crónica, son fieles reflejos de la realidad tangible de una mujer y el mundo que la rodea.

Observamos más allá de su prosa la fidelidad por su tierra, el diálogo directo y honesto con las tejedoras de los Altos de Chiapas, el aroma del café del Soconusco, la travesía por la Selva Lacandona, el arrullo de las aguas cristalinas de los Lagos de Montebello y el cielo terso, transparente, sin manchas, de una mañana en Comitán.

Más que ser la gran escritora, embajadora y entrañable amiga de Golda Meir -la inolvidable primera ministra de Israel-, Rosario Castellanos hilvanó con gran maestría en cada acto y suceso de su vida la visión profunda, arraigada, exaltada, de quien tiene prisa por hablarnos de verdades, por darnos a conocer las realidades que nos empeñamos en no querer ver.


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Rosario Castellanos tejió un camino de realidades definiéndose como una mujer dividida en dos por su condición de fémina y de mexicana.

Fue una mujer que relataba su eterno femenino como la identidad por fin encontrada.

Es así que hoy recordamos los pasos y rumbos de Rosario Castellanos, una mexicana que a la par de que ha tejido su historia ha sido portadora de letras vivas.

Muchos especialistas en el mundo han escrito acerca de su obra, sobre todo mujeres que beben de su vena feminista, también quienes estudian con sumo interés la difícil situación de los indios de Chiapas y aquellos que admiran su férrea oposición a la matanza de Tlatelolco, o por la sutileza de su poesía y lo sublime de su prosa.

“Rosario Castellanos es una de las heroínas de Beatriz Paredes”, susurra Sergio García Ramírez en un hermoso texto referido a nuestra homenajeada. Al igual, agrega el maestro, “Beatriz admira a dos mexicanas combatientes que la precedieron y animaron, y por las que tiene devoción: María Lavalle Urbina, nacida en Campeche, quien fue la primera mujer presidenta del Senado en 1965, y Griselda Álvarez, de Colima, primera mujer gobernadora en México en 1979.

Beatriz Paredes Rangel es una luchadora a favor de los derechos de la mujer en México, destacando su incansable trabajo para lograr espacios políticos para el género femenino -que realizó en su momento Rosario Castellanos-, y es considerada pionera en impulsar la participación política femenina y la lucha a favor del voto de las mujeres mexicanas.


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En la figura de Paredes Rangel se puede resumir que es una política, humanista, feminista, indigenista, activista por los derechos de los migrantes, defensora de los derechos humanos, diplomática, escritora, poeta y compositora.

Beatriz Paredes es ejemplo de logro femenino, de empoderamiento con base en el trabajo, gobernadora de su querido estado Tlaxcala. 
Beatriz Paredes tomando las riendas de dirigencias campesinas, y con ello dejando camino abierto al progreso del pueblo, hombres y mujeres del campo.

Su relación con el campo la marco de por vida. La vida en el campo es lo que más disfruta y fue el arranque de su carrera política. Quiero recordar que fue la primera mujer en dirigir una organización campesina a nivel estatal (en Tlaxcala en 1975) y, nacional en 1995 cuando fue electa secretaría General del Comité Nacional de la Confederación Nacional Campesina (CNC).

Entre su largo historial de éxitos políticos la historia registra dos en especial: haber sido una de las primeras mujeres en haber asumido
la subsecretaria de la Reforma Agraria (1982-1983) y la subsecretaria de Gobernación.

Por su trabajo a favor de la mujer en México y la América Latina ha recibido varios premios:

En 1986 recibió el Premio Interamericano por la participación de la Mujer en el Desarrollo Rural, premio entregado por el Instituto Interamericano de Cooperación.





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Tres años después, 1989, recibió el Premio a la Mujer del Año; Cuba le entregó la orden de la Solidaridad en 1994 y, en el 2000, el gobierno de la República Federativa de Brasil le otorgó la Orden de “Rio Branco” en Grado de Gran Oficial.

Nuestra homenajeada ha recibido innumerables distinciones en Guatemala, la Orden del Soberano Congreso Nacional del país centroamericano; en España, Gran Cruz de Isabel la Católica, así como en Estados Unidos.

Ha ocupado diversos puestos de elección popular, destacándose el papel trascendental que jugó en la LI Legislatura como Presidenta de la Mesa Directiva en septiembre de 1979.

En la LIII Legislatura como Presidenta de la Mesa Directiva en octubre de 1985, y cuando fue también Presidenta de la Junta de Coordinación Política en la LVIII Legislatura, entre los años 2000-2001 y una vez más Presidenta de la Mesa Directiva del 2001 al 2002.

En la LVII Legislatura del Senado de la República destaco como Presidenta del Senado en Septiembre de 1998 y Presidenta de la Comisión de Radio, T.V. y Cinematografía y de la Comisión de Fortalecimiento del Federalismo.

Beatriz Paredes Rangel es una mexicana que ha abierto brecha de manera contundente para que la mujer se desarrolle y ocupe sitios dignos dentro de la sociedad mexicana, siendo ella una de las principales impulsoras del empoderamiento femenino de manera integral y global en nuestro país.




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Es pues una mujer que representa con total coherencia y autenticidad la defensa de la mujer mexicana y latinoamericana, incansable luchadora por los derechos de los indios y los migrantes, promotora cultural, obrera de tiempo completo del ejercicio de la política con trasparencia y, por si fuera poco, de la creatividad intelectual y la creación literaria.

Hay un nexo profundo, fuerte e invisible entre Rosario y Beatriz: ambas han sabido que la palabra es fiel testigo del pasado y leal acompañante elocuente de un presente que se compromete con culta dignidad hacia el futuro.

Rosario Castellanos y las letras.

Beatriz Paredes y las palabras.

Letras y palabras que son afines a las letras y las palabras de sor Juana Inés de la Cruz, Gabriela Mistral, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Rubén Darío, Carlos Pellicer, Efraín Huerta, Jaime Sabines, grandes de la literatura y la filosofía.

Beatriz Paredes a andado un largo y escabroso, pero su paso ha sido firme y sin temores.

Es una voz que no cesa, que prosigue, se renueva, renace, y cuyo  fin primordial es hacerse acompañar en sus convencidas y comprometidas acciones dentro de su carrera política.

El Honorable Congreso del Estado otorga cada año la Medalla “Rosario Castellanos”, máximo galardón del Poder Legislativo, a mujeres y hombres mexicanos que se han distinguido por su trabajo en la ciencia, el arte y la literatura.


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La Medalla “Rosario Castellanos” se instituyó en noviembre del 2004. A la fecha la han recibido Rubén Bonifáz Nuño, Eliseo Mellanes Castellanos, Carlos Monsiváis Aceves, Fernán Pavía Farrera, Enoch Cancino Casahonda y Elena Poniatowska.

Es un honor para el Honorable Congreso del Estado de Chiapas otorgar la Medalla “Rosario Castellanos” a una mexicana ejemplar, servidora de la Patria, la palabra y las letras: Beatriz Paredes Rangel.

                         Diputada Rita Guadalupe Balboa Cuesta
                         Presidenta de la Comisión de Postulación de la
                         Medalla “Rosario Castellanos.


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