12
de junio de 2013.
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas.
La
dirigente de las mujeres del Partido Revolucionario Institucional
(PRI) en Chiapas coincidió con el obispo de San Cristóbal de las
Casas, Felipe Arizmendi, quien expresó en su última reflexión
publicado el 5 de junio su gran preocupación por el incremento de la
migración chiapaneca al estado de Quintana Roo.
El Organismo
Nacional de Mujeres Priistas (ONMPRI) en Chiapas reiteró hoy su
preocupación por la alarmante migración de indígenas chiapanecos
que abandonan sus familias para trabajar en las zonas turísticas de
Cancún y la Riviera Maya, en el estado de Quintana Roo.
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La Riviera
Maya es el punto principal al que arriban los llamados emigrantes
chiapanecos pendulares. La migración, puntualizó la regidora Rita
Balboa, presidenta del ONMPRI en el estado, sigue creciendo y lo
integran indígenas choles, tseltales y tsotsiles que dejan sus
comunidades para emigrar a la zona turística del estado de Quintana
Roo.
La dirigente
de las mujeres del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en
Chiapas coincidió con el obispo de San Cristóbal de las Casas,
Felipe Arizmendi, quien expresó, en su última reflexión publicado
el 5 de junio, su gran preocupación por el incremento de la
migración chiapaneca al estado de Quintana Roo.
El prelado
escribió en su reflexión titulada Protección a los migrantes lo
siguiente.
“Otra cara
del problema son los migrantes nativos de nuestro Estado que salen a
Playa del Carmen, a Cancún, en Quintana Roo, o al norte del país y
al extranjero, buscando alternativas a su pobreza, porque los
recursos locales les son insuficientes.
“Son
personas muy trabajadoras, pero el café, el maíz, el frijol, el
campo en general y la pequeña ganadería no les rinden tanto como
para cubrir sus necesidades básicas.
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“¡Cuánto
sufren ellos y sus familias; muchas se desintegran! Se pierde la
cultura rural e indígena, con toda su riqueza de idioma, costumbres,
religión, vivencia familiar y comunitaria.
“Se hacen
individualistas, interesados más que todo en el dinero; se
prostituyen, se contagian de actitudes y criterios destructivos, y
varios también de sida… Muchos cambian de religión, o se alejan
totalmente de Dios”.
Hasta ahí
el texto de monseñor Arizmendi.
Cada semana
unos 200 chiapanecos y chiapanecas cambian el azadón por la pala y
la cuchara del albañil; abandonan sus tierras cafetaleras en las
montañas por la arena y el cemento de las construcciones hoteleras
en Cancún y Playa del Carmen.
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